septiembre 03, 2009

La alegría y la desvergüenza prevalecen....

, by Isiriel

Hace algunas noches, de camino a casa, entré en un pub y pedí una Guinness.

No miré el reloj, pero sabía que aún no eran las ocho en punto. Era martes y de fondo podía oír la televisión, que emitía el último episodio de Eastenders, un culebrón sobre el día a día de la desvergonzada y alegre clase obrera de una zona mítica y decadente de Londres.

Me senté en un banco y cogí una copia de un periódico gratuito que alguien había dejado en el asiento de al lado. Ya lo había leído antes. No tenía muchas noticias. Dejé el periódico y decidí sentarme en la barra.

Esa noche no había mucha actividad. A lo lejos podía oír el murmullo del televisor por encima de la charla de la gente del bar y el sonido de las bolas de billar chocando entre ellos. 

Después de Eastenders empezó Porridge, la reposición de una comedia de situación acerca de un desvergonzado y alegre prisionero en una cómoda, decadente y nada opresiva prisión victoriana. 

Tras la barra, de un modo casi imperceptible, desde las botellas situadas boca abajo los licores goteaban. Contemplé como las gotas de whisky y vodka se unían en su silenciosa caída. 

Acabé mi bebida. Levanté la mirada y el camarero me la devolvió. "¿Una Guiness?", preguntó, mientras iba ya a por otro vaso helado. Moví la cabeza en señal de afirmación. 

La mujer del camarero llegó y comenzó a ayudar con los pedidos de los clientes.

A las 20:30, después de Porridge, empezó A question of a Sport, un sencilllo concurso con un panel de preguntas con famosos deportistas desvergonzados y alegres que respondían a preguntas sobre otros famosos deportistas tan desvergonzados y alegres como ellos....

La jovialidad reinaba.

"Le diré al barman que las botellas gotean" pensé.

Las noticias de las nueve siguieron a A question of a Sport, al menos durante 40 segundos hasta que apagaron la televisión y una alegre y desvergonzada música pop ocupó su lugar.

Miré de nuevo al barman. "Sólo la mitad esta vez", le dije.

Mientras me llenaba el vaso, le pregunté con solemnidad por qué había apagado las noticias. 

"A mí no me pregunte, ha sido mi señora", replicó de un modo alegre y desvergonzado, mientras el objeto de sus bromas trajinaba en un rincón del bar.

El goteo de las botellas dejó de importarme.

Acabé mi cerveza y me fui, casi seguro de que la televisión permanecería en silencio el resto de la noche, ya que después de las noticias de las nueve se emitía Los niños de Brasil, una película con muy pocos personajes alegres y desvergonzados en la que un grupo de nazis crea 94 clones de Adolf Hitler.

Tampoco hay muchos personajes alegres y desvergonzados en V DE VENDETTA, que es para las personas que no apagan las noticias.  


David Lloyd
14 de enero de 1990

1 comentario:

  1. Que gran verdad, la television, objeto de reclusión sin duda, ahi esta, muchos la tienen mitificada, la deben creen un dios pues la adoran 25 horas al dia, hay que saber apagar el boton y decir: Basta, quiero pensar lo que yo quiero pensar, no lo que vosotros creais oportuno.

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