octubre 25, 2009

Liberté · Égalité · Fraternité

, by Isiriel

9 Termidor, año III. Aquí termina la Revolución por la que tanto habíamos luchado. Los ideales por los que tanto habíamos sacrificado. ¡Cuánto pesar siento al saber que eliminando a aquellos hombres que impedían el triunfo final habríamos podido alcanzar el reino de la virtud!
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En un interminable andar camino hacia mi sino. La muchedumbre corea mi nombre, pero ya no se oyen vítores ni aplausos sino voces furiosas deseosas del corte final, palabras de insidia que piden sangre, mi sangre. No comprendo su deslealtad. Todos ellos me eligieron, todos ellos me apoyaron, y ahora, todos ellos ansían mi muerte.

Sus pequeñas y débiles mentes no comprenden que todos estos años de “Terror” fueron por su bien, por defender nuestras libertades e ideales. Todas aquellas muertes fueron necesarias. Pero ahora, rastreros y traicioneros me acusan de los males que antaño ellos mismos habían impulsado.

Me encontraba cara a cara con la guillotina. La perspectiva cambia cuando se trata de mi propia ejecución. Ahora se veía más grande, más terrorífica, más intimidante. Mi cuerpo, dotado de fuertes dosis de adrenalina, agudizó todos los sentidos y no tardé en comenzar a sentir fuertes náuseas. El olor de la sangre fermentada, producto de las miles de ejecuciones diarias, era intenso. La madera, medio putrefacta y carcomida, estaba teñida de un color purpúreo. Por primera vez que pregunté si los condenados agonizaban.

Siempre había deseado un final digno de un hombre ilustre, pero ahora moriría como tantos ilegítimos y enemigos de la República habían hecho. A pesar de ello soy consciente de que no seré uno más, pues de mi muerte se hablará en todos los rincones de Francia, y mi nombre quedará en la Historia. Siempre habrá defensores que me recuerden como el más grande, defensores que algún día volverán a luchar por estos ideales.
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27 de Julio de 1794, Plaza de la Nación. El silbido del viento al ser cortado me avisa de mi fin. Un fuerte estruendo me hace comprender que todo terminó, que este es el final del principio, que
“la muerte es el comienzo de la inmortalidad”


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Maximilien Robespierre (1758-1794) fue un político francés y uno de los más importantes líderes de la Revolución Francesa. Fue apodado "El Incorruptible" por su dedicación a ésta y por su resistencia a los sobornos y gobernó durante el periodo en el que los revolucionarios consolidaron su poder, etapa denominada como Reinado de Terror.

Robespierre fue acusado de dictadura y detenido junto a otros dos miembros del Comité de Salvación. Su hermano y otro miembro más, pidieron ser arrestados junto a ellos. Al día siguiente Robespierre fue conducido a la plaza de la Revolución (hoy conocida como plaza de la Concordia) en la que cientos de personas habían muerto durante los meses anteriores, y fue guillotinado junto a sus 21 colaboradores.

Su caída acabó con el Terror y a la vez con el impulso democrático de la República.



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